Cada vez somos más las mujeres que conseguimos conectar con nuestras necesidades después de parir, lo cuál no es nada fácil, ya que nos sostiene una sociedad culturalmente rígida y obsoleta.
Una sociedad que da por hecho nuestros estados y necesidades, mirando solo su propio ombligo.
Se acabó el decir que sí solo por cumplir.
Se acabó la complacencia por evitar conflictos.
Se acabó el «¿qué van a pensar de mi?».
Se acabó el dejar de mirarnos, por estar mirando a los demás.
Todos y todas tenemos derecho a expresar lo que pensamos y sentimos, aunque esto suponga romper los esquemas del quien está justo enfrente.
Pero especialmente estando puérperas, DEBERÍAMOS decir alto y claro qué es lo que nos apetece.
Si nos apetece tener la casa repleta de gente, que así sea.
Si nos apetece estar solas con nuestra nueva familia, que así sea.
Si nos apetece no escuchar ningún otro sonido, que no sea el de nuestra criatura, que así sea.
El posparto es sagrado, para la mamá y para el bebé. Lo único que necesitan es estar juntos, y que nadie interfiera en la continuación de su vínculo.
Tu tía, tu primo y tu vecina, pueden esperar. Tu bebé no les espera, ni les necesita, al menos no por ahora. Y posiblemente tú tampoco.
Créete en el derecho absoluto a decidir qué es lo que quieres, y si a la otra parte no le sienta bien, eso será objeto de su propia gestión, no de la tuya.
