No había planificado así mi maternidad…
Carta de una madre en soledad.
«Tenía claro qué quería en mi vida. Sabía mis prioridades vitales, la familia era (y es) una de ellas.
Escogí, me enamoré, y a pesar de las dificultades luché, porque era lo que quería.
Viví completa y feliz, hasta que fui madre. Entonces me sentí más completa que nunca, más de lo que imaginaba que podría sentirme. Pero mientras mi rol de madre y mi bebé me llenaban de un amor incomparable, perdí mi compañía.
Perdí parte de mi ilusión, mi sillón de descanso en los días difíciles, los brazos que me sostenían cuando me sentía angustiada o triste… De pronto, cuando más vulnerable me sentí, mire a un lado y a otro, y no encontré a nadie. Estaba sola en aquel banco, observando el futuro en imágenes mentales.
Siempre tuve claro que queria una maternidad acompañada, una maternidad sostenida por la otra mitad de la historia. Siempre supe que la co-responsabilidad tenía un asiento en nuestra mesa.
Pero me encontré una realidad distinta, me vi de pronto en un lugar desconocido, soportando una carga extrema.
Y por más que lo luché, me quedé sola.
Y soy fuerte, lo sé. Soy suficiente, y lo sé. Pero duele, pica, escuece…
Porque aunque sé que soy capaz… Nunca quise estar sola en ese banco.»
La soledad en la maternidad no es plato de buen gusto, pero está más en la mesa de lo que aparece en los menús.
Si te sientes sola, habla, verás que no lo estás.
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