Nadie nos había contado que dolería tanto.
Nadie me habló antes de la controversia de emociones que puede generar el momento en el que dejas a tu bebé en la escuela infantil.
Alegría por una nueva etapa.
Ilusión por verle desarrollarse en un nuevo espacio.
Impaciencia por recuperar tiempo para mi.
Esperanza en que algo en mi vida volverá a su estabilidad.
Angustia por pensar a cada segundo, ¿cómo estará?
Tristeza de verle llorar, inundado por el miedo.
Dolor al ver su cara a través del cristal, llena de lágrimas (y mocos).
Culpa por desear mi propio espacio.
Miedo de las repercusiones en el vínculo.
Había escuchado mil y una historias sobre bebés y escuelas infantiles, pero ninguna se compara con la que yo viví.
Extendí el tiempo con mi hijo todo lo que pude, tuve esa suerte, lo extendí hasta que empecé a necesitar tiempo para mí. Pero creo que no fue suficiente.
Me creía preparada para la separación, pero no lo estaba.
Y entonces surgen en mí las preguntas…
¿Será demasiado tarde?
¿Tendría que haberlo hecho antes, cuando era más bebé?
¿Soy demasiado egoísta por necesitar tiempo para mí?
¿Se adaptará en algún momento?
¿Y si le saco de la EI y seguimos como estábamos?
¿Qué será lo mejor para él?
Pero ninguna de estas preguntas tiene una respuesta concisa, todo lo que se me ocurre pensar está guiado por mis miedos y mis necesidades.
Y entonces me doy cuenta de que da igual lo que haga, todo será cuestionable para mí misma, ninguna de las opciones será la que quiero, todo me llevará a la culpa.
Maldita culpa de madre.
Y entonces me doy cuenta de que todo da igual, y que lo único que importa es que haga lo que haga, estoy del lado de mi bebé, y no tengo ninguna intención de abandonarlo.
Cuando llora, le abrazo.
Cuando me mira, le recuerdo cuánto le quiero.
Cuando sonríe, sonrío con él.
Cuando me llaman porque por hoy ha sido suficiente, voy y le recojo, y me lo como de amor.
Este proceso no es fácil, hay quien lo elige y hay quien se ve sometida a elegirlo. Pero para todas duele, más, menos, o igual. Da igual, para todas duele. Pero pasa, siempre pasa.
Lo estamos haciendo bien ❤